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República de Macedonia del Norte (a partir de ahora -con perdón de los griegos- Macedonia)


Finalmente me digno a subir una pequeña entrada sobre nuestro paso por Macedonia. Sinceramente, aunque no estuvimos muchos días, queremos dejar algunas impresiones para compartir.


Llegamos a Macedonia después de atravesar un puerto de montaña. La subida más fuerte hasta el momento del viaje que pondría a prueba a mi rodilla y las sesiones de fisioterapia. Justo en la cresta de la montaña se encontraba el paso fronterizo, por lo que tras haber hecho la burocracia obligatoria, nos esperaba una sonriente cuesta abajo.


Lo primero que nos llamó la atención fue ver en paralelo a la ruta de los coches un carril bici que no habíamos descubierto mapeando (ya sabemos que el mapa nunca es el territorio) por el que empezamos a circular. Al cabo de pocos metros de pedalear, vimos a lo lejos lo que parecía un rebaño de ovejas. Detrás del rebaño venían caminando dos chicos que se pararon para hablar con nosotros y a decirnos lo indignados que estaban con el pastor. Nos contaron que más adelante nos encontraríamos fuegos provocados por el pastor con el objetivo que cuando llegara la próxima temporada hubiera más espacio y hierba para pastorear las ovejas. Nosotros no le dimos mucha importancia al comentario, pero al acercarnos y ver el fuego a ambos lados del carril, flipamos bastante.


Llegamos a Ohrid, la segunda ciudad más importante de Macedonia.Inmediatamente nos llamó la atención la cantidad de casas de juegos que había. En todos lados. Nos percatamos de que las habíamos visto de forma continua en los pueblos que habíamos ido cruzando, en las ciudades pequeñas que habíamos rodeado y los barrios periféricos de la ciudad de Ohrid. Nos sorprende la permisividad de esta actividad lucrativa y peligrosa (por lo adictivo que es el juego y las consecuencias que tiene en las personas que acaban enganchándose). Estos sitios usan como reclamo mujeres hipersexualizadas (jóvenes, guapas y con poca ropa) a las “que podrás acceder” y hombres hipermusculados (jóvenes, fuertes y con poder adquisitivo) “en el que te convertirás”. En definitiva, daba la sensación de volver 15 años en pasado, por suerte menos habituales de donde venimos.


Al margen de esto, Ohrid es una ciudad pequeña y simpática. Tiene unos 42.000 habitantes y un centro histórico muy interesante. Encuentras mezquitas e iglesias en la mayoría de las calles, los suelos empedrados te van guiando a la cima de la montaña que rodea el casco histórico hasta llegar a la fortaleza del castillo que data del siglo X. El recorrido termina en el lago inmenso con las montañas nevadas a lo lejos que limita la ciudad por el lado oeste. Espectacular.


Fortaleza de Ohrid

Vistas espectaculares del lago y las montañas nevadas a lo lejos

Vista de la ciudad de Ohrid des de la fortaleza

Uno de los aspectos importantes de nuestro viaje en todos los países que estamos visitando (y deseamos poder seguir haciéndolo) es la gastronomía. El producto estrella de los Balcanes (conocido ampliamente por los hermanos Martín Barraza) és el ajvar (un untable de pimiento). El consumo era de un pote por día; con pan, a cucharadas, con arroz…. Y compramos también unos dátiles baratísimos de origen iraní que nos iban abriendo el apetito para próximos destinos.


Pasamos dos días en Ohrid y seguimos el camino; entramos a la ciudad por un paso de montaña y salimos por otro paso de montaña. Cuando viajamos en bicicleta es muy importante el equipo de ropa y de cómo lo vamos usando; la subida tiene que ser ligera de ropa (una camiseta térmica) y un cortavientos para no sudar demasiado, y cuando llegas a la parte más alta te preparas para la bajada, que será con viento aparente fuerte y poco movimiento, por lo que el cuerpo se enfría. Las subidas las acompañamos de música motivante (Carles es nuestro inspirador) y las bajadas de un yuhuuuuuuu.


En esas estábamos, abrigándonos para la bajada y protegiéndonos del viento, cuando de repente salieron tres hombres de una cabaña y nos invitaron a café, agua y manzanas. Eran los encargados de limpiar la nieve de las carreteras, nos dieron información sobre el estado de la carretera y algunas recomendaciones. Seguimos el trayecto y nos paramos a una gasolinera a tomar algo y entrar en calor, nos volvieron a invitar a té. Estamos impresionados de la amabilidad de la gente.


Los días son aún muy fríos, por lo que después de hacer el primer paso de montaña estamos destemplados. Calculamos que por los kilómetros que quedan no llegaríamos al siguiente pueblo y seguramente deberíamos plantar la tienda a media subida del siguiente puerto de montaña. Por lo tanto, decidimos quedarnos en un hotel de un pueblo vacío. Entramos en calor y nos repetimos que qué bien estar al resguardo esa noche. Nos estamos dando cuenta de lo importante que es cuidarse en momentos así. Después de haber hecho 40 kilómetros y un paso de montaña, necesitábamos recuperarnos. Vamos aprendiendo cómo queremos hacer el viaje, queremos hacer nuestro viaje, qué ritmo queremos darle y de qué manera nos podemos cuidar mejor.


Preparándonos para la subida y el frío

A la mañana siguiente, el agua congelada del canal a los laterales de la carretera confirmaron nuestra acertada decisión. El camino hacia Grecia se veía más claro y estábamos fuertes para llegar.


Nuestro paso por Macedonia, si bien fue corto, nos dejó con ganas de más. Fueron un total de 3 noches y se nos ha quedado corto para conocer este bello país al que, muy posiblemente, volveremos en futuro no muy lejano a por más Ajvar.


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